miércoles, 18 de febrero de 2009

El fin.

Valgo lo que vale
un amanecer en tu boca
que se derrite y no me toca.

Mi vida se ha acabado,
tu sonrisa me ha engañado,
mi corazón te ha tracionado.

Moriré antes de que pueda
ver otra vez tu sonrisa,
antes de que tus abrazos
agoten toda mi prisa.

sábado, 14 de febrero de 2009

Lee en mi alma.

Llévame contigo
donde los sueños se hacen realidad
donde tus abrazos son eternos
y donde el amor es de verdad.

No me dejes vivir
la cara amarga del amor.
No me dejes caer,
no me lleves a la perdición.

Temo el día que tu sonrisa
se apague para siempre.
Temo ser una carga
en tu vida ajetreada.
Temos ser el bufón
que olvides mañana.
Odio ser los versos
que se escriben para nada.
Quiero que me leas
y que leas en tu alma.
Quiero que tus ojos
se abran a la esperanza.
No quiero temer que la suerte
me juegue una mala pasada.
Sólo quiero estar contigo,
compartir cada mañana.
Vivir sin la tristeza
de que te pierda en Italia.

lunes, 9 de febrero de 2009

Cada final es un nuevo tropiezo.

Aprendiendo a olvidarte mientras te recordaba como el último momento de felicidad en mi vida, como la última sonrisa que fui capaz de sacar del fondo de mi malgastada alma, como el último paraguas que se abría en un día lluvioso. Aprendí a no necesitarte, a no necesitar tus palabras, a vivr sin tu presencia, a no maldecir tu esencia, a no desperdiciar mi existencia viendo cómo buscas entre el ruido de la ciudad las sonrisas y las palabras de otra persona, olvidando que siempre estaré a tu lado, aunque ello me cueste la vida.

Todo se termina, nada empieza. La avaricia, la codicia, el deseo de no perder un segundo más de mi derrochada vida es lo que me lleva a luchar por ti, si olvidarte es la mejor manera de no sufrir. El tiempo todo lo calma, el tiempo todo lo cura. Eso no es cierto, el tiempo hace que cada día muera más al verte, que cada día note como tu piel se aleja cada vez más de la mía, como tus abrazos se hacen cada vez más lejanos, hasta desaparecer en una espiral de ajetreada y monótona vida, de amaneceres simétricos y ocasos extensos como desiertos de soledad.

La esperanza de volver a ver tu sonrisa es lo que hace que cada día me levante, que cada día luche por sobrevivir en el infierno diario de luchar por tu amor, de luchar sin ninguna esperanza, de luchar sabiendo que la muerte se encuentra más cercana a un bebé, que tus labios a los míos.

lunes, 2 de febrero de 2009

American way.

Recuerdos de salón bajo la tenue luz de una lámpara que cada día lucha por alumbrar un ratito más mi existencia, para dar sentido a la de ambos. Mientras el mundo gira y gira, dormidos por la locura del día a día, yo me escapo de aquella generalización de personas que no restan a sus ajetreadas vidas un sólo minuto de paz y descanso.

Encerrado en mi áspero y desgastado albornoz, escucho la suave voz de Frank Sinatra, la canción que dedica a la ciudad que nunca duerme.

El susurro del coro femenino me trae al recuerdo su imagen, lá razón que hace que cada mañana me levante con ganas de comerme el mundo, con las fuerzas suficientes para volverla a ver, y restarle al reloj unos pocos minutos más para gozar de su compañía.

Me dejo llevar por la imaginación y el sofoco, y termina la canción. Desamparado por la soledad, con la única compañía de esta efímera lámpara y de la radio que murmulla palabras agónicas sobre una mesita, el sueño ejerce sobre mí una fuerza indescriptible, hasta que al final me sumerjo en aquel mundo de oscuridad y de luz, de soledad y compañía, de alegría y de tristeza, y los sueños invaden mi alma, otorgándome un descanso que no merezco, y que sin embargo, bien empleo para perder el tiempo hasta volver a verla.